José Gervasio De Artigas Y La Melchora

Décadas antes de 1853, tan preclaro como el ilustrado Juan Bautista Alberdi, José Artigas, con una primaria inconclusa por toda educación formal, anticipó y luchó por el formato republicano, ideal y justo para el recién emancipado territorio del virreinato del Río de la Plata.A pesar de ello, ambos, al igual que tantos otros, han sido ignorados cuando no vilipendiados en esta Argentina empobrecida, económica y culturalmente, por los que se apropiaron de la Corona heredada, y por sus sucesores hasta el presente.Como no podía ser distinto el caudillo José Artigas nos era, como para millones de esta orilla del Plata, el prócer de la Banda Oriental, y poco más, un déficit de cultivo (o del cultivo errado), que no nos impedía sentir una gran simpatía, herencia de nuestro abuelo catalán, que nos mostraba su satisfecha Cédula de Montevideo. Admirador de la acendrada convicción democrática de la República Oriental del Uruguay, la llamaba la Suiza de América, cuando en los 30s íbamos a visitar a su hija menor, la tía Anita, casada con un allá residente.Biografías de José Gervasio de Artigas, abundan en ambos sentidos, y habría sido tonto competir con unas y presumido examinar las otras. Preferimos novelar la faceta privada, la menos conocida de su vida, a partir de las huellas que fue dejando a su paso, un largo itinerario que arranca de niño por la trascendencia de su abuelo y de su padre en la vida pública del virreinato, hasta empalmar con la suya propia, una verdadera epopeya, que como la anterior como civil, no le dieron resuello. Nos reconfortó la buena acogida de José Claudio Williman, a la sazón Decano de la Facultad de Ciencias Sociales del Uruguay, la de José Torres Wilson, entonces director del Museo Histórico Nacional del Uruguay, y el aliento de Pablo Harari, de la gran Editorial Trilce.La guinda la puso el poeta Mario Benedetti, cuando en noviembre de 1993, en su departamento de Montevideo, nos permitió usar…