Días Laborables

El mío no era el trabajo más horrible del mundo, pero me daba la sensación de estar en una carretera circular, infinita, llena de peajes. Las tardes de cada día de la semana parecían un eco de las tardes anteriores, solo que deformado por la acumulación . Un oficinista que podría ser cualquiera, un joven amante de la jardinería, un exnovia fría y adicta al trabajo, dos altos corporativos brasileños sospechosos, un líder espiritual que fuma una sustancia extraña, un jefe perturbadoramente optimista, una practicante voluptuosa y sexual, dos monos de laboratorio y una variopinta gama de criminales cruzan sus historias en Días laborables. A medio camino entre la pesadilla kafkiana y el realismo tercermundista, Diego Otero logra urdir una historia sofocante de atmósfera enrarecida en la que los límites de la realidad se desdibujan, suscitando puntos de contacto entre lo onírico, lo alucinatorio y lo cotidiano. Atrapado en esa intersección delirante, parte de lucidez, parte ensueño, el anónimo protagonista, arrancado de su rutina gris de funcionario, pasará por la paranoia y emprenderá un vertiginoso descenso hasta el corazón del mundo del hampa. En suma, Otero consuma un tour de force narrativo de alta intensidad: una caminata en cuerda floja hasta es epicentro donde la frontera entre realidad y fantasía se vuelve porosa. Reseñas: Días laborables es una novela rara, rara en sus formas, atípicas, más cercanas a las aventuras oníricas de David Lynch o de Mario Levrero… Dante Trujillo. Somos Una historia llena de imágenes que parecen sacadas del cruce de una película de David Lynch y otra de los hermanos Coen . Juan Carlos Fangacio. Diario El Comercio Diego Otero logra eficazmente captar la atención del lector presentado primero una sátira del mundo corporativo y luego un retrato de los conflictos de identidad a los que podemos enfrentarnos en cualquier momento de nuestras vidas. José Miguel Silva. Libros a mí